1.- Fruta prohibida

Prólogo

"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella"
Génesis 3:6



Desde el inicio de los tiempos se ha considerado a la manzana como la fruta prohibida que Adán y Eva comieron haciéndolos caer en el pecado... pero ¿es este jugoso fruto el origen de todo mal?... y si así fuera ¿cuántos comeríamos de esa manzana sólo para regocijarnos de placer sin importarnos caer en el pecado?

Es en un pequeño campo de manzanos, ubicado en el pueblo de San Benito, donde comienza nuestra historia... ahí un joven Serafín Obregón inició con la cosecha de manzanas, fue también ahí donde conoció a quien fue el gran amor de su vida y con quien procreó a su único hijo varón, Samuel Obregón.
Impulsado por el amor a su familia, Serafín convirtió aquel pequeño campo en una decena de hectáreas de manzanos logrando llegar a ser uno de los principales productores de manzanas de la región.
Pero así como la vida lo premiaba con la fortuna económica, también le arrebataba a su pareja, quien falleció por una enfermedad... con el corazón abatido, Serafín se dedicó a sus negocios y a su único hijo, quien al cumplir los 20 años se casó.
El rancho de “Los Manzanos”, como todos en el pueblo lo llamaban, se llenó de risas y alegría con el nacimiento de tres varones, el primero de ellos, Carlos, un año después llegó Diego y pasados dos años nació Mauro.
Pese a la falta de su gran amor, Serafín veía con agrado crecer a sus tres nietos... ahora era su hijo Samuel quien se encargaba de los negocios haciendo crecer aún más la productividad del rancho, que ya era uno de los más importantes del país.
La desgracia llegó nuevamente cuando en un accidente aéreo, Samuel y su pareja fallecieron... Serafín no tuvo tiempo para hundirse en la depresión, pues tenía que reponerse por sus tres pequeños nietos, quienes de la noche a la mañana quedaron huérfanos.
Con la ayuda de su fiel ama de llaves, Tomasa, don Serafín volvió a tomar las riendas del negocio y se dedicó a cumplir todos los caprichos de sus nietos... creía que dándoles todo a manos llenas podría cubrir la ausencia de los padres.
Y así los años pasaron hasta que don Serafín se convirtió en un anciano de 65 años... fumar desde joven le había pasado factura y ahora padecía de enfisema pulmonar, una enfermedad que día a día se llevaba un poco de la vida del patriarca de la familia Obregón.
Acostado en su cama y con la tos que lo aquejaba, don Serafín vio entrar a Tomasa a su recámara.
Tomasa: buenos días... le traigo su desayuno
Con un gesto de molestia, el anciano dijo: no tengo hambre
Tomasa: pero tiene que comer... recuerde que no puede tomar sus medicamentos en ayunas
Serafín: va, esas pastillas no sirven de nada... ya sé que me voy a morir, ni siquiera sé para que las tomo... mis días ya están contados
Ayudando a su patrón para sentarse, la ama de llaves dijo: no repita eso... usted todavía va a vivir mucho tiempo más... aquí nos hace mucha falta... sin usted todo se vendría abajo
El anciano guardó silencio unos instantes pensando en lo que la mujer había comentado y luego dijo: he sido un pésimo abuelo ¿verdad?
Tomasa: ¿por qué dice eso?
Serafín: porque es la verdad... quizás triunfé en el negocio de las manzanas, pero fracasé en la crianza de mis propios nietos
Tomasa: pero si usted les ha dado todo... mucho más de lo que ellos merecen
Serafín: y es por eso que fracasé... queriendo cubrir la falta de sus padres consentí demasiado a mis nietos y en qué los convertí... en muchachos caprichosos, egocéntricos, prepotentes, insensibles al dolor ajeno
La ama de llaves miró a los ojos de su patrón y comentó: no todo es su culpa... usted hizo lo que pudo
Serafín: y pude muy poco... temo el día de mi muerte, no porque tenga miedo a morir sino por qué no sé qué pasará con este rancho al que tanto amo en manos de esos tres muchachos irresponsables
Tomasa: creo que está exagerando patrón
Serafín: ¿exagero?... por Dios Tomasa, ¿has escuchado todo lo que dicen en el pueblo de mis nietos?... vamos, repite algo de lo que se dice
Tomasa: pu-pues dicen que son irresponsables, groseros, peleoneros y...
Serafín: ¿y qué más?
Tomasa: pues que no tienen respeto por nada ni por nadie... también se burlan de todas las chicas y donceles que se les acercan... se divierten con ellos para después botarlos... por eso todos los llaman LOS SEMENTALES.

CAPÍTULO 1


En el aeropuerto ubicado a las afueras de San Benito, Diego Obregón, el segundo de los nietos de don Serafín, espera la salida de su vuelo a la capital del país... su abuelo le encargó cerrar un negocio con algunos socios y a regañadientes tuvo que obedecer.
Diego tiene 26 años y es un atractivo muchacho de piel blanca, cabello café oscuro, ojos negros, facciones varoniles, mide 1.85 de estatura y es de complexión delgado-musculoso.



Es aficionado a los juegos de azar, por lo que constantemente se le ve en la cantina del pueblo apostando... además sus amoríos son conocidos por todos, aunque siempre hay algún inocente doncel que aún cree que podrá cambiarlo, ejemplo de ello es Martín, su actual conquista.
Martín Salas es un doncel de 21 años, delgado y de tez apiñonada, de 1.70 de estatura, cabello castaño, ojos cafés oscuros y facciones delicadas.



Martín lleva poco tiempo de relación con Diego, por lo que grande fue la sorpresa del varón al ver al chico llegar al aeropuerto de manera inesperada.
Diego: ¿Martín? ¿qué haces aquí?
Con las mejillas sonrojadas, el doncel dijo: vine a despedirme de ti... ¿te molesta?
Diego: por supuesto que no, pero no me voy más que dos días... y eso porque no puedo terminar antes el negocio que voy hacer, por mí regresaría hoy mismo... no me gusta el bullicio de la ciudad... prefiero la tranquilidad de mi pueblo
Martín: de cualquier forma te voy a extrañar... toma, te traje estos chocolates
Sonriendo, Diego tomó la caja de chocolates, para después acariciar la barbilla del doncel.
Diego: gracias Martín... prometo comprarte algo muy lindo en la ciudad
Martín: lo único que quiero es que regreses bien y que no dejes de pensar en mí
Diego tomó por la cintura a Martín y le dijo: así será... te llevaré en mis pensamientos todo el día
El ojiverde besó apasionadamente los labios de Martín, quien sintió que se derretía en los brazos del varón.
El llamado del vuelo en el que Diego partiría hizo que los jóvenes se separaran... minutos después, el ojiverde cruzaba la puerta que lo conduciría al avión mientras Martín lo observaba con un dejo de tristeza.

Martín salía del aeropuerto cuando se tropezó con Carlos Obregón, el primero de los nietos de don Serafín.
Carlos es un varón de 27 años, de piel blanca, cabello rizado y rubio, ojos verdes oscuros, de estatura 1.85 y complexión musculosa... sus facciones varoniles eran acentuadas por la abundante barba que cubría su rostro... la lista de amantes de Carlos sólo era igualada por la de Diego, su hermano menor, con quien constantemente se encontraba en competencia.



Sorprendido por la aparición de Carlos, Martín preguntó: ¿qué haces aquí?
Con voz gruesa, el hombre respondió: vine a dejar a mi hermano, pero tú ¿qué haces aquí?
Tímidamente, el chico contestó: vi-vine a despedirme de Diego
Carlos: jajajaja... por favor no me digas que lo vas a extrañar... si sólo se va dos días
Molesto por el tono burlesco, Martín dijo seriamente: pues sí, lo voy a extrañar y quería que lo supiera
El barbado dijo: ¿en verdad amas a mi hermano?
Martín: decir que lo amo sería mentira, somos novios desde hace poco, pero creo que si las cosas siguen como ahora, sin duda puedo llegar a amarlo con toda mi alma
Carlos: me agrada que seas sincero, por eso también voy a serlo... dudo mucho que tú y mi hermano lleguen a formalizar algo
Martín: ¿por qué lo dices?
Carlos: porque mi hermano no es hombre de una sola pareja... él está acostumbrado a tener al doncel que quiera... es infiel por naturaleza...
Martín interrumpió: ¿igual que tú?
Con una sonrisa cínica, el barbado añadió: es peor que yo... quizás por eso fue un error que lo prefirieras a él y no a mí
Martín: no tengo tiempo de seguir escuchándote... me voy
Carlos intentó detener a Martín agarrándolo de un brazo: espera, yo te llevo a tu casa... mi camioneta está cerca
El doncel se soltó y respondió con firmeza: gracias, pero puedo irme solo... hasta luego
Martín continuó su camino dejando atrás a Carlos, quien con una sonrisa burlona observaba el contoneo de las caderas del atractivo doncel.
**********

Y en el aeropuerto de la capital del país, una madre se despedía de su hijo... ella era Ana, mamá de Julián Grajales, un joven recién egresado de la escuela de enfermería.
Julián es un doncel rubio de 23 años, de ojos azules, tez blanca, delgado y dotado de una gran belleza.



Ana: ay hijo... se me parte el corazón al saber que te vas tan lejos de mí
Julián: no te preocupes mamá... voy a estar bien
Ana: es que no entiendo por qué tienes que irte tan lejos... ¿la academia de enfermería no podía ubicarte aquí en la ciudad?
Julián respondió con una sonrisa: ahí es donde me necesitan y mi deber como enfermero es estar donde haya pacientes que atender... además hablas como si me fuera a una selva y no es así... el pueblo al que voy es casi como una ciudad de provincia... estaré bien te lo aseguro
El altavoz del aeropuerto anunció que el avión de Julián estaba por partir, por lo que el ojiazul se despidió de su madre dándole un beso en la frente... la mujer le dio la bendición a su hijo y con los ojos llenos de lágrimas lo vio alejarse.
Apresuradamente, Julián caminaba con su equipaje, por lo que al voltear a ver a su madre tropezó con un hombre provocando que ambos cayeran al suelo.
Rápidamente, el varón se puso de pie y ayudó a Julián a levantarse... el doncel alzó su vista y vio los ojos verdes del hombre que le tendía la mano... ese hombre era Diego de Obregón.
Julián: lo-lo siento... estaba distraído y no me fijé
Sonriendo, Diego respondió: soy yo quien lo siente... espero no haberte lastimado
Julián: no me pasó nada... disculpe otra vez
Diego: no tienes por qué disculparte... aunque me hubieras lastimado, no me importaría con tal de poder apreciar tus bellos ojos
Julián sintió que un rubor cubría su rostro, por lo que rápidamente tomó su equipaje y sin decir más se alejó del atrevido caballero.
Las cosas pasaron tan rápido que Diego ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle el nombre a ese atractivo doncel.
Julián siguió su camino y llegó con una de las empleadas del aeropuerto, quien le dijo: su boleto por favor... ¿a dónde se dirige?
Julián contestó con una sonrisa: a San Benito
**********

Mientras tanto en el rancho de “Los Manzanos”, Carlos regresaba cuando su hermano menor iba de salida... se trataba de Mauro, el más pequeño de los nietos de don Serafín, quien contaba 24 años.
Mauro es un joven atlético de cabello castaño cenizo, ojos miel, musculoso, muy atractivo al igual que sus otros hermanos... también compartía el gusto por los donceles.



Carlos: ¿a dónde vas con tanta prisa hermano?
Mauro: voy a visitar a Daniel, mi novio
Carlos: ja... por lo que veo ese doncelito te trae de un ala... ya tardaste con él, ¿a poco aún no te da lo que buscas?
Mauro: jajaja... no digas tonterías hermano, si sigo con Daniel es porque me gusta estar con él... yo no soy igual que tú... yo prefiero tener un novio de base
Carlos: sí claro, prefieres tener novio para estarle poniendo los cuernos a cada rato... eso no te hace mejor que yo... al contrario, yo puedo andar con quien quiera porque estoy soltero y sin compromiso... lo que tú haces es un acto de hipocresía
Mauro: y para esta sociedad es mejor ser hipócrita que ser un promiscuo como tú... deberías intentar tener una pareja estable hermano, no importa si la engañas o no... ya ves, hasta Diego se consiguió un novio... ¿cómo es que se llama? ah sí, Martín, ese es el nombre del novio de nuestro hermano
Sin disimular su molestia, Carlos dijo: va, te apuesto lo que quieras a que esa relación no durara mucho tiempo
Mauro: sabes que no me gusta apostar... y creo que deseas que esa relación no funcione porque estás celoso
Carlos: ¿celoso yo? ¿de quién?
Mauro: de Diego... no soportas que él te haya ganado a Martín... ambos apostaron para ver quien conquistaba a ese doncel y Diego te ganó... eso debió dolerte, porque nunca has sabido perder
Carlos: no digas pendejadas... ni siquiera sabes de lo que estás hablando
Mauro: ¿acaso no es verdad que tú y Diego apostaron por Martín?
Carlos: sí, es cierto, pero yo me retiré de la apuesta... Martín no prefirió a Diego, simplemente yo se lo dejé
Mauro sonrió sarcásticamente sabiendo que su hermano mentía.
Mauro: sí claro... no voy a discutir contigo hermano, ambos sabemos cuál es la verdad
Dándole una palmada en el hombro, Mauro dijo: no me esperen a cenar porque si tengo suerte, no regreso a dormir, jaja
Mauro se subió a su camioneta saliendo a toda velocidad del rancho y dejando a su hermano mayor muy molesto.
**********

Más tarde en su casa, Martín leía un libro cuando su celular sonó... era un correo electrónico de Diego.
El mail decía: “mi amor, me desocuparé antes de lo previsto, así que hoy mismo estaré de vuelta... te compré algo que te va encantar... te espero en la noche en la cabaña que está cerca del río... te quiere, Diego"
Martín sonrió ampliamente al leer el correo y pensó: Diego también me extraña... tanto como yo a él
De inmediato, el chico abrió su clóset para elegir la ropa que se pondría para esa noche.
**********

Bajo la luz de la luna, Mauro besaba apasionadamente a su novio Daniel dentro de su camioneta.
Daniel Montero es un doncel de 20 años, muy atractivo, de cabello castaño claro, ojos color avellana, labios sensuales, delgado y de 1.69 de estatura... él es hijo del doctor César Montero, el médico más importante del pueblo.



El doncel correspondía al apasionado beso de Mauro, aunque sentía con desagrado que las manos del varón se internaban en su cuerpo intentando tocar partes que no eran apropiadas.
Cuando Daniel sintió que una de las manos de Mauro intentaba tocar sus pompas, el doncel terminó con el beso.
Daniel: espera, espera Mauro... por favor ya
Molesto, el varón preguntó: ¿qué pasa? ¿por qué me detienes?
Daniel: es que... es que esto no está bien
Mauro: ¿cómo que no está bien? ¿acaso no te gustan mis besos?
Daniel: sí, por supuesto que me gustan, pero...
Mauro: pero ¿qué?
Daniel: es que tú... tú quieres algo más que sólo besos
Mauro: por supuesto que quiero más... mira cómo me tienes
Mauro tomó una mano de Daniel para que este tocara la potente erección que se formaba en su pantalón.
Al sentir la boa de carne que intentaba salir de su prisión, Daniel dijo: por favor Mauro, no vuelvas a hacer eso... es humillante, yo soy un doncel decente
Mauro: ¿y eso qué? yo también soy un hombre decente
Daniel: lo sé, pero yo no puedo darte lo que estás buscando
Mauro: ¿por qué no? somos novios
Daniel: precisamente porque soy tu novio debes respetarme... yo no soy como esos chicos con los que acostumbras a andar... yo quiero que mi primera vez sea muy especial y...
Mauro tomó las manos del doncel y las besó para luego decir: te prometo que voy hacer que nunca olvides tu primera vez... será muy especial
Daniel: es que yo no puedo traicionar la confianza de mi papá
Mauro: tú no estás traicionando a nadie... sólo déjate llevar por lo que sientes
Nuevamente, Mauro asaltó los labios del doncel y con sus manos comenzó a recorrer la sensual anatomía con el fin de excitarlo y provocar que se le entregara.
Pero la convicción de Daniel fue más fuerte y haciendo un esfuerzo, se separó del varón.
Daniel: no Mauro... ya te dije que no quiero... no así, no aquí
Mauro: es que no entiendes que te quiero y te deseo
Daniel: si en verdad me quieres tendrás que respetar mi decisión
Molesto por darse cuenta que no lograría su propósito, Mauro dijo: está bien... hasta aquí le paramos... te llevo a tu casa
Daniel: ¿a mi casa? dijiste que me llevarías a cenar
Mauro: no tengo hambre... lo que necesito tú no puedes dármelo, así que te llevo a tu casa para que cenes con tu papito
Daniel: no te pongas así Mauro... entiende que...
Mauro: lo único que entiendo es que tú no me quieres tanto como yo... por eso me rechazas
Daniel: comprende que soy un chico de principios y buena moral
Mauro: pues quédate con tu moral y tus principios... luego no te extrañes de verme con otros chicos... a veces los hombres tenemos que buscar en otros lo que nuestra pareja no quiere darnos
Mauro arrancó la camioneta y llevó a Daniel a su casa, quien subió corriendo a su cuarto para echarse a llorar.
Por su parte, Mauro se fue a la cantina para buscar a alguien que saciara sus deseos sexuales... aunque no podía dejar de pensar en Daniel, ese chico tenía que ser suyo cueste lo que cueste.
Y es que algo que caracterizaba a los hermanos Obregón era el orgullo, ninguno aceptaba un no por respuesta, más aún cuando se trataba de amantes... ellos siempre conseguían lo que querían y a quien quisieran... eran capaces de todo para lograrlo.
**********

Martín llegó a la cabaña donde Diego lo esperaba, abrió la puerta que estaba entreabierta y entró... el lugar estaba oscuro, por lo que el doncel habló en voz alta: Diego, ¿ya llegaste?



La luz se prendió de repente y Martín se sorprendió al ver que quien estaba frente a él era Carlos y no Diego.



Martín: ¿Carlos? ¿qué haces aquí?
Mirando a los ojos del doncel, el barbado respondió: vine a decirte que mi hermano no va a venir... finalmente no pudo regresar hoy
Martín: y por qué no me avisó él... ¿qué pasa?
Carlos: pues porque está muy ocupado... me avisó a mí y me pidió que te ofreciera una disculpa
Martín: no entiendo nada, pero será mejor que me vaya
El doncel intentó salir, pero Carlos lo sujetó por un brazo impidiéndole la salida.
Carlos: espera, quédate un rato más... platiquemos un poco
Martín: yo no tengo nada que platicar contigo
Carlos: pero yo sí... para empezar me gustaría saber qué le ves a mi hermano... ¿por qué lo prefieres a él y no a mí?
Martín se sorprendió por el cuestionamiento del barbado y dijo: ¿de qué estás hablando?
Carlos: no te hagas el tonto... sabes perfectamente de lo que estoy hablando... sabes que me gustas, pero preferiste a mi hermano y no a mí
Martín se liberó del agarre y dijo: no quiero hablar más contigo... me voy a mi casa
Furioso, Carlos tomó por los hombros a Martín y lo arrinconó en la pared.
Carlos: tú no te vas de aquí hasta que yo diga
Martín: suéltame, ¿qué es lo que quieres?
Carlos: quiero saber si ya te entregaste a mi hermano... ¿ya te metiste con él?
Con lágrimas en los ojos, Martín preguntó: ¿para qué quieres saber eso?
Apretando con mayor fuerza los brazos del doncel, Carlos insistió: responde a mi pregunta
Martín: me duele... no tengo por qué responderte



Carlos: que me respondas te digo o te va a pesar... ¿ya te entregaste a Diego?
Sin soportar más el dolor, el doncel finalmente respondió: no... no me he entregado a nadie... Diego me ha respetado
Carlos sonrió al escuchar la respuesta y soltó a Martín.
Carlos: así que mi hermano te ha respetado... qué raro, pensé que a estas alturas ya te la había metido
Martín: eres un cínico
El doncel intentó salir nuevamente de la cabaña, pero esta vez fue tomado por la cintura y siendo elevado por los aires, fue llevado por Carlos hasta un sillón cercano.
Martín fue arrojado bruscamente y con terror vio que el barbado se quitaba la camisa.
Martín: ¿qué vas hacer?
Sonriendo cínicamente, Carlos dijo: ¿no te lo imaginas?... voy hacer lo que mi hermano no ha hecho... te voy a desflorar



El doncel intentó levantarse para salir corriendo, pero Carlos lo empujó salvajemente al sillón y rápidamente se despojó de su pantalón y bóxer mostrando una potente erección que asustó a Martín.
El macho estaba muy bien dotado y mostraba una gruesa y larga verga enmarcada por una mata de vellos y unos huevos grandes y abultados por el semen guardado.



Orgulloso de su miembro viril, el barbado dijo socarronamente: apuesto que debes pensar cómo te va caber todo esto, pero de que te entra, te entra
Martín comenzó a llorar y suplicar: no, por favor... te lo suplico, no me hagas daño
Carlos: no te voy hacer daño... al contrario vas a gozar al tener mi verga entre tus piernas
Martín: no, te lo suplico... soy virgen... me vas arruinar la vida... no lo hagas
Carlos: saber que seré el primero en entrar en ti sólo me excita aún más
El barbado comenzó a despojar al doncel de su ropa descubriendo un pecho de porcelana con tetillas rojizas... luego de quitarle el pantalón y la ropa interior, Carlos observó relamiéndose los labios esas torneadas y largas piernas, las cuales abrió para detenerse a mirar esa cueva que invitaba al placer.
Martín no dejaba de patalear intentando liberarse... sollozaba al sentir que las grandes manos de Carlos recorrían su excitante anatomía... gritó cuando los labios del macho succionaron sus tetillas sintiendo que esa abundante barba raspaba su delicada piel.
Martín: por favor, déjame ir, te lo suplico
Para callar los sollozos del doncel, Carlos besó los labios de Martín, metiendo su lengua hasta lo más profundo de la garganta del pobre chico que sentía su cavidad bucal totalmente invadida.
Cuando sintió que el aire le faltaba, Carlos liberó a Martín de su apasionado beso y mirándolo con lujuria le dijo: ahora sí viene lo bueno
El varón le dio la vuelta a Martín haciendo que este quedara bocabajo sobre el sillón... Carlos admiró esas hermosas y abultadas nalgas, para luego abrirlas y meter uno de sus dedos en esa delicada cavidad.
Martín saltó al sentir ese dedo invasor adentrándose en su intimidad... el doncel lloraba sintiéndose completamente humillado, pero no pudo evitar que de sus labios saliera un ligero gemido.
Martín: ahh
Carlos sonrió al escucharlo y aún más al comprobar que ese orificio estaba completamente cerrado... sin duda, nadie había profanado ese lugar.
Carlos sacó su dedo para chuparlo y decir: cien por ciento virgen, como me gustan
Martín suplicó nuevamente: déjame ir... te lo ruego
Carlos: te irás, pero después que te haya hecho mío... sólo saldrás de aquí con el culo abierto
De inmediato, Carlos posicionó su verga en la entrada del ano de Martín, quien se retorció al sentir ese grueso miembro amenazando su castidad.
Y como si de un cuchillo filoso se tratara, la verga de Carlos se incrustó en el culo de Martín cortando los pliegues del ano del doncel que se abrían paso ante esa boa de carne.



El grito de Martín fue desgarrador: aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh



Pero para Carlos ese grito fue un triunfo que lo excitó más y continuó abriéndose paso sintiendo como el himen anal era desgarrado bruscamente provocando el característico sangrado de los vírgenes.
El macho se sentía en la gloria o quizás en el infierno pues probaba de una fruta prohibida al estar violando al novio de su hermano menor.
Finalmente, la larga hombría se metió en lo más profundo de ese desvirgado orificio y los huevos de Carlos chocaron con las nalgas del doncel.
Al tenerlo empalado, Carlos susurró al oído de Martín: ya estoy completamente adentro de ti... soy el primero, antes que cualquier otro hombre, antes que mi hermano



Las palabras del macho se clavaron en el corazón del doncel, quien se sentía destrozado no sólo por el dolor de tener adentro de su intimidad ese enorme miembro sino por ver sus sueños derrumbados.
Para la sociedad actual, un doncel desvirgado carecía de cualquier valor y sólo le esperaba el rechazo, más aún de Diego, quien lo más probable es que ya no lo querría al estar desflorado.
Los pensamientos de Martín fueron interrumpidos ante el brusco movimiento de Carlos, quien sacó su virilidad del estrecho agujero, sólo para observar cómo estaba manchado de sangre, la cual también escurría por las nalgas del doncel.
Con una sonrisa de triunfo, el barbado volvió a enterrarse en ese maltrecho canal dando inicio al mete y saca.



Martín no pudo evitar gemir de dolor ante las fuertes embestidas que recibía: ah ah ah ah
Carlos: eso... gime para mí... me excita escucharte



El doncel intentó morderse los labios para no seguir gimiendo y provocarle placer a su violador, pero Carlos aceleró las penetraciones haciendo que Martín gritara suplicando.
Martín: por favor ah ah... no tan fuerte... ah ah ah
Carlos: ¿no te gusta el sexo rudo?... a mí me encanta, así que aguanta
Martín: ah ah me duele mucho... no lo soporto ah ah



Carlos: tienes que soportar... los donceles fueron hechos para esto... son sólo sacos de semen para nosotros los machos
Martín odiaba saber que era sólo usado como un objeto de placer, no creía justo lo que le pasaba, pues él se había cuidado y guardado su virginidad para entregarla a un buen hombre, sin embargo su virtud era arrebatada por un semental sin corazón que sólo lo veía como un trozo de carne.


Carlos: ah que buen culo tienes... me aprietas como ninguno... tu culo está hecho a mi medida



Y a pesar de no desear esa violación, la naturaleza traicionó a Martín, ya que su ano comenzó a lubricar permitiendo que la verga del macho penetrara con mayor facilidad.



Esto no pasó desapercibido para Carlos, que era un experto en la desfloración de donceles, por lo que dijo: así que ya te está gustando... me estás empapando la verga con tus fluidos
Lágrimas de humillación inundaban el rostro de Martín, quien tenía que soportar el peso del macho.
Carlos dijo: no lo niegues... acepta que te gusta tenerme dentro de ti



Martín no respondía, por lo que el barbado, sin dejar de penetrarlo, tomó el rostro de su víctima y lo besó apasionadamente en la boca.



El doncel lloraba teniendo invadida su boca por la lengua de Carlos y también su culo lleno de esa gruesa virilidad.



Carlos aumentó sus embestidas hasta que su miembro se hinchó expandiendo el recién desvirgado orificio y empezó a disparar chorros de semen en el interior del doncel.



Martín sentía como era bañado por dentro y el engrosamiento del pene de Carlos era muy doloroso, por su parte el macho gruñía como un verdadero semental mientras descargaba toda su lujuria.



Al terminar la inseminación, Carlos sacó su verga del interior de Martín y dijo totalmente sudado: que buena deslechada... tu culo sabe exprimirme muy bien
El hombre se puso de pie y observó el cuerpo maltrecho de su víctima... el rostro de Martín seguía empapado por el llanto y sus ojos estaban dilatados mirando hacia el vacío.
Carlos se puso su pantalón al tiempo de decir: recuerda que esto te pasa por haberme despreciado... ningún doncel desprecia a Carlos Obregón... yo siempre obtengo lo que quiero, siempre
Martín escuchaba las palabras de Carlos sin moverse ni decir nada.
Carlos: y ya sabes que no te conviene decir nada de esto o el más perjudicado serás tú... además, si lo haces te vuelvo a violar hasta dejarte el culo más roto de lo que ya está
Sonriendo cínicamente, Carlos salió de la cabaña... al escuchar que la puerta se cerraba, Martín intentó levantarse, pero al ponerse de pie el gran dolor en su trasero lo hizo caer al suelo.
Nuevamente, Martín empezó a llorar sin saber qué hacer... no podía denunciar a su violador, pues los Obregón eran una familia muy poderosa, además si lo hacía, la sociedad lo juzgaría más a él señalándolo por ser un doncel desvirgado, un doncel que ya no valía nada.
**********

Totalmente satisfecho y desfogado, Carlos regresó a su casa y en la cocina tomó una manzana... mientras mordía el fruto recordaba su travesura y sonreía descaradamente.
De prontos, sus pensamientos fueron interrumpidos por Tomasa, la ama de llaves.
Tomasa: joven Carlos, qué bueno que regresaste... tu abuelo quiere hablar contigo... sube a su recámara por favor
Carlos preguntó: ¿se siente mal?
Tomasa: ni mal ni bien... sólo quiere hablar contigo
De inmediato, Carlos llegó con su abuelo, quien desde su cama le pidió a su nieto que se acercara
El barbado preguntó: ¿qué te pasa abuelo?



Tosiendo y hablando con cansancio, el anciano dijo: siento que ya me queda poco tiempo cof cof... y tanto tú como tus hermanos me preocupan cof cof
Carlos: por favor abuelo no digas eso... además no debes preocuparte por nosotros... ya somos unos hombres y no necesitamos que nos cuiden
Don Serafín añadió: no necesitan que los cuiden, pero sí que los guíen... a pesar de ser unos hombres hechos y derechos siguen comportándose como adolescentes... ninguno sienta cabeza y...
Carlos: abuelo, si te refieres a que no sentamos cabeza porque no nos casamos, entiende que los tiempos han cambiado... ya no es como antes que los hombres se casaban jóvenes... mis hermanos y yo apreciamos nuestra libertad
Serafín: hablas de libertad, pero en realidad es libertinaje... si ustedes pensaran en formar una familia, su vida cambiaría… se volverían responsables, conocerían el amor de los hijos y de una pareja... pero prefieren seguir de vagos divirtiéndose en los excesos del sexo y el alcohol... cof cof cof
Carlos interrumpió al anciano: abuelo te estás poniendo mal... será mejor que dejemos esta plática que no lleva a ningún lado
Serafín: cof cof, tú eres el hermano mayor y debería poner el ejemplo a tus hermanos... cof cof
Carlos: mis hermanos son ya lo suficientemente hombres como para que yo les ande poniendo el ejemplo... aquí cada quien hace lo que le plazca y voy a pedirle a Tomasa que te traiga tu medicina
Sin poder decir más por la tos que le aquejaba, don Serafín vio salir a Carlos de su habitación.
Tomasa se topó con el barbado en el pasillo y preguntó: ¿le ocurre algo a don Serafín?
Carlos: creo que mi abuelo ya está senil... dale su medicina para que pueda dormir tranquilo
La ama de llaves asintió y Carlos se dijo para sí mismo: pobre abuelo, creo que lo mejor para él sería descansar definitivamente
**********

Al día siguiente, don Serafín y Tomasa platicaban.
Serafín: “Los sementales”, así es como les llaman a mis nietos... un título que no hace honor a ningún hombre, por lo menos a ninguno que se precie de ser un caballero
Tomasa: es que sus nietos han confundido el camino... quizás tenga razón en decir que los consintió demasiado
Serafín: por supuesto que tengo razón... yo soy el culpable de lo que son y por eso tengo que hacer algo para enderezarlos... antes de morir tengo que hacerlo
Tomasa: ¿y qué es lo que hará?
Serafín: lo sabrás a su debido tiempo... ahora quiero pedirte un favor
Tomasa: ¿de qué se trata?
Serafín: llama a mi abogado y dile que venga ahora mismo
**********

En la casa de la familia Montero, Daniel estaba sentado a la mesa junto con su padre César, un hombre viudo de 45 años y el actual director del hospital general de San Benito.


Al ver que su hijo apenas probaba bocado le preguntó: ¿qué te pasa Dani? casi no has tocado tu desayuno ¿te sientes mal?
Con un semblante de tristeza, el joven contestó: no me siento mal papá... es sólo que...
César: que ¿qué?
Daniel: no, nada... es una tontería
César: pues debe ser una tontería muy grande cuando te quita el apetito... hijo, yo sé que hay cosas que quizás no quieres contarme y lo entiendo, todo sería diferente si tu mamá estuviera con vida, pero a pesar de todo quiero que sepas que siempre puedes confiar en mí... soy tu padre y te amo
César acarició con ternura la cabeza de su hijo y luego se puso de pie: bueno, ya tengo que irme... se me hace tarde para llegar al hospital... nos vemos a la hora de la comida
El doctor Montero salió de su casa y minutos después ya se encontraba trabajando en el hospital... la secretaria entró a su despacho y le dijo: doctor, afuera está el nuevo enfermero que viene de la capital... ¿quiere que pase?
César: sí, por favor... hágalo pasar... quiero conocerlo de una vez
Instantes después, el médico conocía al joven que recientemente había llegado a San Benito... César no esperaba que se tratara de un muchacho tan atractivo.
Con una sonrisa, el joven se presentó: buenos días doctor Montero... yo soy Julián Grajales, mucho gusto
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Mientras tanto, Martín estaba dentro de su cuarto aún sufriendo las secuelas de la violación que había vivido la noche anterior... de pronto alguien tocó la puerta de la habitación... se trataba de su abuela Gertrudis, su única pariente.
Gertrudis: hijo, pero mira cómo estás, ni siquiera te has quitado la pijama ni has bajado a desayunar
Haciendo un esfuerzo para no llorar y contarle a su abuela lo que le había pasado, Martín dijo: no tengo hambre, no me siento muy bien, así que sólo quiero descansar
Gertrudis: ¿te ocurre algo hijo?
Martín: no abuela... sólo quiero estar solo
La anciana entendió que su nieto no se sentía bien, por lo que decidió hacerle caso y salió de la habitación.
Martín cubrió todo su cuerpo con una colcha para dar rienda suelta a su dolor... bastaba con que cerrara los ojos para recordar la pesadilla que vivió... aún podía sentir las manos de Carlos recorriendo su cuerpo así como la enorme verga enterrada en su interior… el agujero del doncel seguía ampliado y con la horma de su violador.
Nuevamente, golpes en su puerta hicieron que Martín se limpiara rápidamente las lágrimas y dijera: ¿qué quieres abuela? ya te dije que quiero descansar
La mujer se asomó por la puerta y habló: hijo, acaba de llegar tu novio... Diego está esperándote en el jardín.
Los ojos de Martín se abrieron enormemente sin saber qué hacer... no tenía el valor para ver a la cara a Diego después de lo ocurrido.


¿Le dirá Martín la verdad a Diego? ¿qué hará don Serafín para enderezar el camino de sus nietos, Los Sementales?
Continuará…

1.- Fruta prohibida

Prólogo "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría; y...